Desde hace tiempo, demasiado tiempo, vengo arrastrando una sensación muy desagradable y limitante; la de haber perdido capacidades, de no poder/saber resolver como antes, de sentirme torpe, inadecuada, incapaz. Incluso hasta llegar a avergonzarme de mi manera de proceder.
– Ya no sé hacer las cosas-, he llegado a pensar de mí.
La inseguridad se había establecido como mi apellido y parecía que se sentía cómoda.
Yo no sabía si esas dificultades podrían deberse a la enfermedad, a algunas secuelas, a mi vida dentro la burbuja de cristal o a miedos escondidos y acallados.
Creer. Crear.
Y hoy creo y creo.
Creo en mí. Creo para mí.
Me he inventado un personaje lleno de limitaciones, cuidados y atenciones. Un personaje asustado, que desarrolla un papel en esta obra de teatro. La de los miedos.
Pero cae el telón. Se acabó por fin.
Y retorno el vuelo, el que me pertenece.
Creer. Crear.
Y hoy creo y creo.
Creo en mí. Creo para mí.
Mi sombra me acompaña, pero esta vez refleja mi fuerza, mi capacidad, mis sueños.
Y creo un mundo, el mío, en el que confirmo que puedo. Que vuelvo a coger las riendas. Que tengo estrategias y que soy válida. Que es posible.
No quiero irme a dormir sin recordarlo….
Hoy los monstruos no me atacan. Nos damos la mano y nos reímos juntos.
Creer. Crear.
Y hoy creo y creo.
Creo en mí. Creo para mí.
Soy imperfecta y mucho. Pero capaz. Muy capaz también.
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